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Ya sea por falta de acuerdos con las marcas, reducción de costes, encajes con el guión o por deseos del director, en ocasiones nos encontramos con series y filmes de ficción que recurren al product placement inverso para enriquecer su argumento, y en nuestro caso, embelesarnos un poco más.

A diferencia del product placement «a secas», el inverso parte de productos y marcas ficticias para construir una experiencia entorno a los protagonistas de la ficción y los telespectadores. En ocasiones son simples menciones o apariciones que pueden pasar desapercibidas, mientras que en otras se integran en el guión convirtiéndose en testimonios imprescindibles de la producción. Y con menor frecuencia hasta acaban materializándose en marcas reales de consumo o productos de culto para sus fans.

Anuncios por palabras

El ser humano es un animal de costumbres. Al llegar a casa el primer gesto que siempre realizamos es descalzarnos y, a continuación, sentarnos en el sofá para ver la televisión. Enseguida nos ponemos a hacer zapping, pero parece que todas las cadenas se hubiesen puesto de acuerdo y en la pantalla se suceden bloques de anuncios sin interrupción. La mayoría se resigna; otros, cansados de este continuo bombardeo publicitario, deciden apagarla y buscar otra forma de entretenerse. Una opción muy socorrida en estos casos es un libro, a poder ser la novela de moda, aquella que todo el mundo parece haberse leído, excepto tú. Ahora es un buen momento para cambiarlo. Una vez que la encuentras entre los escasos títulos que forman tu biblioteca personal, comienzas la lectura. Cuando apenas has avanzado unos capítulos, el comentario de unos de los personajes atrae tu atención:

– Es un Smart – dijo -. Gasta sólo un litro cada cien kilómetros.

¿Por qué tienes la sensación de estar ante un anuncio? ¿Desde cuándo los libros incluyen publicidad en sus páginas? ¿Es exceso de realismo… o algo más?

Si bien estamos acostumbrados al empleo del product placement en contenidos audiovisuales, como películas o series de televisión, podemos apreciar una presencia cada vez mayor de mensajes comerciales en otros formatos de entretenimiento, como los libros.